Allí estaba esperándome, sola, con su sombrero tropical. Era la única maleta que quedaba en la cinta de equipajes. Tras nuestro periplo durante meses por Brasil, me acerqué a ella a un ritmo lento, sosegado, como no queriendo aceptar la realidad de pisar “tierra firme”. Levantó la cabeza y aturdida me preguntó: “what’s next” (una especie de “¿y ahora qué?”). No supe qué decir.
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