Las grandes experiencias de vida llegan cuando menos lo esperas

Las grandes experiencias de vida llegan cuando menos lo esperas

Reflexiones de fin de semana: las grandes experiencias de vida vienen cuando menos te lo esperas. Ayer viví la anécdota de ver en directo el lanzamiento de un cohete al espacio de forma totalmente improvisada y aprovecho este suceso para hacer una analogía sobre cómo el frenético ritmo de vida que llevamos nos está limitando y coartando para disfrutar de ciertas experiencias. Ahora que es tiempo de Navidad, quizá es tiempo también para reflexionar.

Cuando veas que las cosas no fluyen, déjate llevar…

Cuando te sientas agobiado tanto a nivel personal como profesional, tómate un respiro y déjate llevar, verás cómo sucesos maravillosos te estarán esperando a la vuelta de la esquina. A menudo nos perdemos acontecimientos que no apreciamos al obstinarnos con otra cosa. Sucesos que están ahí, pero con nuestra rutina diaria no vemos. Vivimos en una sociedad que nos ha marcado un ritmo demasiado rápido y, en ocasiones, viene bien detenerse un momento y dar tiempo al tiempo.

Sal de tu rutina:

Hay cosas en la vida que mejor cuando no se planean ni planifican. A veces nos obcecamos con cumplir unas metas y unos objetivos sin dar margen a la improvisación y al fluir natural de los acontecimientos.

Soy la primera que me culpo de esta actitud imperativa de quererlo todo bajo control y cuanto antes posible mejor. Vivimos en una sociedad que nos ha marcado un ritmo demasiado frenético y, en ocasiones, viene bien detenerse un momento y dar tiempo al tiempo.  

La improvisación nos da lecciones de vida:

Precisamente ayer la improvisación me dio otra lección vida. Estaba bastante agobiada con unos artículos que tengo que entregar, pero por más horas que pasaba delante del ordenador las palabras no fluían. Por tanto, siguiendo los consejos de Yolanda García Gómez, experta en mindfulness y gestión en el estrés laboral con quien he contado como fuente para abordar algunos artículos previos, cerré el ordenador y, aprovechando que ahora estoy en California, agarré la bicicleta y comencé a pedalear lejos, muy lejos. De repente, sin darme cuenta a muchos kilómetros de distancia y a las afueras de la ciudad me sorpendió la noche. Cuando me disponía a regresar, me topé de lleno con un maravilloso espectáculo en el cielo. Sin planificar vi en directo el despegue de un cohete desde la costa.

En ese momento no sabía exactamente lo que estaba presenciando, no sabía si era un OVNI o si “simplemente” se trataba del fin del mundo. Tampoco me importó demasiado. En ese instante sólo me dejé llevar por la grandiosidad de una estela resplandeciente sobre el cielo. Me quedé impasible y sin pestañear. Sin darme cuanta estaba viendo en directo cómo el cohete Falcon 9 de la empresa Space X estaba haciendo historia completando su misión de lanzar diez nuevos satélites de comunicación al espacio desde la Base Aérea Vanderburg. En ese momento no sabía ni lo que estaba fotografiando, pero pensé que si me llevaban los extraterrestres al menos tendría que dejar pruebas y documentarlo. De haberme quedado en casa frustrara delante del ordenador, nunca hubiera visto el lanzamiento de un cohete al espacio, pero ahora sin planificarlo ya puedo borrarlo de mi lista y me llevo una gran experiencia de vida.

Ponte a prueba:

Por supuesto, cuando llegué a casa habiendo descansado y tras presenciar tal espectáculo, el trabajo fluyó por si solo y fui mucho más productiva que si me hubiera quedado durante días encerrada en clandestinidad para trabajar, como he de confesar que hago en ocasiones.

Por tanto, cuando te sientas agobiado, tómate un respiro y déjate llevar, verás cómo sucesos maravillosos te estarán esperando a la vuelta de la esquina. Intenta aplicar este consejo tanto en tu vida laboral como profesional y me cuentas el resultado.

Cada vez soy más consciente de que cuando más planificamos los acontecimientos y más presión ponemos para que se desarrollen yendo contra natura, peores resultados obtendremos y más nos frustraremos por no haber los objetivos marcados.

Por Sara Picazo
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